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No suelen estar a la vista; no emiten sonido ni alarma; ni tampoco pueden ayudar a apagar el fuego activamente. Pero, sin embargo, permiten salvar muchas vidas y bienes todos los años. Estamos hablando de la Protección Pasiva contra el Fuego.
Placas de protección para una protección pasiva contra el fuego. Créditos: PLB
La Protección Pasiva contra el Fuego (PPF) se define como el conjunto de materiales, medios, elementos y características físicas que debe reunir un edificio (o un recinto a proteger), para evitar que colapse ante la eventualidad de que ocurra un incendio. Y, lo que es más importante, impedir que el fuego y el humo se propaguen, poniendo en peligro vidas y bienes.
Cabe resaltar que el riesgo de un incendio no sólo es significativo en los centros de trabajo donde se utilizan productos inflamables. La aplicación de las técnicas de protección pasiva contra incendios también es fundamental en edificios públicos, o en donde existe pasaje o concentración de personas. Así, en lugares tales como hospitales, escuelas, centros comerciales y oficinas, estos dispositivos de seguridad son indispensables para garantizar la protección de las personas.
Todos conocemos los sistemas de prevención de incendios activos, pues combaten al fuego de una manera proactiva, y que incluso pueden ser utilizados por las personas.
La protección activa está destinada a advertir a los usuarios de un incendio y actuar sobre él. Se clasifican en tres grandes grupos: los de detección, los de supresión, y los de ventilación (estos últimos para mantener las rutas y zonas de evacuación libres de humos). Algunos ejemplos son los detectores de humo o fuego, las alarmas centralizadas, los extintores, los rociadores, las bocas de incendio, las mangueras, y todos los sistemas de abastecimiento de agua contra incendios, entre otros.
Sin embargo, la protección pasiva comprende elementos tales como puertas, pintura y techos reforzados con materiales ignífugos o endotérmicos, que consiguen limitar la propagación del fuego, humo y calor hacia otras zonas de un edificio en llamas. Estos materiales/elementos permiten alcanzar objetivos fundamentales, tales como: garantizar la estabilidad del edificio; facilitar la evacuación de las personas; y proteger el inmueble y sus ocupantes de manera permanente.
Se trata por tanto de un sistema de protección permanente, y que no necesita de la intervención humana para funcionar de forma correcta. Se le considera como un escudo contra el fuego, pero que a la vez le da una mayor resistencia a la arquitectura de los inmuebles.
Dentro del tipo de protección pasiva contra incendios encontramos cuatro grupos principales:
Abarcan todas aquellas medidas que se incorporan con el objetivo de fortalecer y asegurar la estructura y estabilidad de un edificio o recinto ante el fuego. Su función principal es evitar el colapso del inmueble, el desplome o hundimiento repentino del edificio, y de forma adicional, incrementar su estabilidad ante un incendio de grandes dimensiones.
El acero pierde su capacidad de carga a una temperatura superior a 550 ° C durante un incendio; por lo tanto, se requiere protección de acero estructural para preservar la estabilidad de la estructura del edificio en caso de incendio, y mantenga su resistencia mecánica.
Asimismo, la resistencia al fuego de las estructuras de hormigón variará según diferentes factores propias del tipo de hormigón utilizado.
Las protecciones estructurales de edificios incluyen todos los elementos o productos como pintura o placas que se aplican a las estructuras y estructuras portantes para incrementar su estabilidad ante las llamas. Es decir que quedan acoplados a los soportes, las vigas o los muros de carga, para evitar el colapso del edificio.
Por ello, encontramos los muros contra incendios, o cortafuegos, como protección vertical, que tienen una estabilidad estructural propia que los hace muy resistentes a las llamas por un determinado tiempo, según la normativa que cumplan.
Y como protección horizontal, encontramos los techos resistentes al fuego, que corresponden a un revestimiento con una estructura de soporte y no un elemento estructural, y que evita la propagación de gases calientes de un piso a otro, para que los ocupantes de los pisos más altos tengan tiempo de salir.
Sectorizar por zonas un recinto evitará la propagación del fuego de forma descontrolada. Por lo que una correcta compartimentación evitará que el fuego se propague hacía otras estancias o áreas contiguas.
Todos los elementos y materiales utilizados deben ser resistentes al fuego: puertas contra incendio, llamadas puertas cortafuegos, placas, paneles cerramientos, sellados, puertas de salida de emergencia, etc.
Mediante la aplicación de la técnica de ignifugado es posible conseguir que materiales inflamables mejoren su reacción y resistencia al fuego.
En la construcción suele aplicarse este tipo de productos sobre estructuras y elementos internos para conseguir un eficaz aislamiento de materiales que pueden ser sensibles al fuego o altas temperaturas.
En este grupo de sistemas de sellado encontramos todos los selladores intumescentes (que se colocan en pequeñas aberturas) o pinturas intumescentes (que se pintan sobre superficies) y que al carbonizarse se expanden y generan una nueva capa adicional de protección sobre el elemento de soporte.
En este punto nos centramos en ayudar y facilitar la correcta y ordenada evacuación de un edificio ante un corte eléctrico.
Serán señalizadas las salidas, dirección hacía ellas, salidas de emergencia, donde se encuentran los diferentes equipos de protección contra incendios, etc.
¿Estás pensando en incluir elementos de protección pasiva contra el fuego en tus próximos trabajos? Contacta con nosotros y te asesoraremos.